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Mostrando las entradas etiquetadas como dones

De pecadores y virtuosos

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Desde un aspecto legal, todo ciudadano es inocente hasta que se demuestre lo contrario, no puede declararse culpable a menos que haya pruebas fehacientes en su contra. Desde el punto de vista de muchas doctrinas religiosas, es lo contrario: somos todos pecadores (culpables) por nuestra naturaleza humana, propensos a faltar a los 10 mandamientos y cometer cada uno de los 7 pecados capitales. No estoy aquí para cuestionar doctrinas, sistemas o mandatos religiosos; tampoco para establecer una postura de lo que está bien y lo que está mal.  Este es un Ejercicio Pensante bastante incómodo cuya única finalidad es acompañarnos en una reflexión que nos permita despertar y ampliar nuestra consciencia.  Así es que te invito a prepararte tu bebida preferida ( no alcohólica ) y leer (escuchar) desde una mente abierta y neutral. Las enseñanzas impartidas a los niños a través del catecismo, las escuelas dominicales y otras prácticas ‘educativas’ establecidas por cada institución reli...

Brujas desterradas en octubre

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 Somos mujeres sabias, somos mujeres medicina y en la memoria del subconsciente colectivo, guardamos el recuerdo de todas las mujeres condenadas por sus dones, su magia, sus hierbas, sus tisanas, sus pócimas y sus manos sanadoras. Ya no existen hogueras en las plazas de los pueblos, pero aún existen hogueras en las palabras de las personas que nos juzgan, en los pensamientos de quienes nos temen, en las actitudes de quienes repudian lo que desconocen. La palabra «bruja«, «witch» en inglés, tiene una connotación muy hermosa, ya que significa «mujer sabia«, «wise woman» en inglés. En el pasado, estas mujeres eran muy respetadas en la cultura celta. Esto era porque tenían un profundo conocimiento sobre la naturaleza. Estas mujeres mantenían un estrecho vínculo con todos los seres vivos. Ellas eran expertas en el estudio de los árboles y plantas. De hecho, la bruja que volaba simbolizaba, para ellos, a ese ser que lograba desapegarse...

Mejor que nosotros

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Todos hemos caído más de una vez en la comparación, sobre todo cuando crecimos rodeados de adultos que comparaban y nos comparaban: con los vecinos, los primos, los hermanos, los compañeros de escuela e incluso con ellos mismos cuando tenían nuestra edad. La comparación y la falta de autoestima son dos ingredientes que cuando se combinan causan daños y patrones de conducta difíciles de cambiar. Un día crecemos y descubrimos que ese niño de familia perfecta tenía una madre adicta y un padre ausente emocionalmente; la prima que había tenido un matrimonio prolijo había sido infeliz todo el tiempo y había estado en tratamiento psiquiátrico; el abuelo no había sido tan bueno como parecía y la vecina devota había terminado enfermando por no expresar sus emociones. Sin embargo, aunque dejemos de compararnos con familiares y vecinos, nos medimos en logros y éxitos, en número de seguidores o en la forma en que un emprendimiento deslumbra y cosecha clientes. Sobre todo en esas épocas en ...