Crónica
Ayer un vecino ha llamado a la radio para exponer su queja sobre la supuesta invasión de trabajadores peruanos y bolivianos, en obras viales que se realizan en la ciudad. Recorriendo el barrio donde se concentra la mayor cantidad de trabajos de pavimentación, no es difícil encontrarlos. A media mañana los reúne un improvisado desayuno, algunas galletas baratas o un par de raspaditas que comen con recelo, y algunos, con suerte, un litro de leche compartido en fondos de envases plásticos que ofician de tazas. Tratan de buscar algún sitio seco que los resguarde de la helada que comienza a levantarse. Mano de obra barata, que le dicen, trabajadores golondrinas que cruzan la frontera para trabajar sin reglas ni beneficios, a cambio de un salario que no consiguen en su país. A la hora de la siesta, tapizan la plaza del barrio, que se ha vuelto un patio soleado en el marco de las montañas nevadas. Tendidos boca arriba, la cara tapada con una gorra y el cielo com...