Ejercicios Pensantes

 Anoche vi una película sobre dos hermanos, la muerte de su padre y un viaje que busca unirlos y acercarlos a Dios.  El argumento y los diálogos hacen alusión a las parábolas del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano.  Como siempre sucede en ese tipo de películas, al hijo artista le toca el rol de hijo perdido; como si ser artista significara ir por el mal camino y estar alejado de Dios. En mi familia siempre se consideró a los artistas como bohemios, perdidos, vagabundos, vagos y otros adjetivos poco felices. Soy una artista: soy escritora, una dibujante dormida y una pintora que jamás pasó de un par de experimentos.  Siempre he valorado, celebrado, respetado y honrado a los artistas.   Sin embargo, mis reflexiones con la película de anoche continuaron cuando esta mañana las redes sociales me mostraron un vídeo de un artista callejero vestido solo con unas bermudas, descalzo y con rastas;  pintando con acrílicos usando solo sus manos, sus dedos y un trapo...

Tu fanatismo te vuelve combatiente, te aleja de quienes no piensan como tú, te convierte en juez y coloca tu ego por encima de todo. Cada quien habla con Dios a su manera, vive como puede y como sabe, ejerce su verdad en cada cosa que hace y en cada paso de su sendero. Otro color, otro rezo, otra costumbre, otra creencia, otros nombres, otro canto, otras decisiones, otras penas, otras alegrías, otra vida, otra realidad, otras prioridades y otros valores.   El otro es otro, no eres tú.   No es ni mejor ni peor, es otro.   El otro es diferente y en las diferencias aprendemos. Tu fanatismo destruye puentes y siembra fosos, alberga trincheras y usa las palabras como misiles. Tu fanatismo es un ejercicio descontrolado del ego, luchando por combatir el miedo que lo diferente genera en tus certezas creadas sobre espejismos y palabras huecas. Tu fanatismo te excluye y me excluye, me maldice y te maldice, me juzga y te puebla de prejuicios. Tu fanatismo te priva de con...

 No milito, no defiendo fanatismos, no enarbolo banderas ni pregono religiones.  No uso la ropa de moda, ni me corto el pelo como todo el mundo lo hace, no soy parte de ningún rebaño y tampoco me hago las uñas esculpidas. Las redes promueven o condenan llevando a las masas a seguir nuevas tendencias perdiendo individualidad, discernimiento y libertad. Mi única bandera es la verdad.  Soy coherente en lo que digo, pienso, siento y hago.  Defiendo la verdad pero acepto que cada realidad se ve diferente desde la  perspectiva de quien mira o desde la experiencia de vida de quien observa. Conozco gente que usa pañuelo verde, es vegana, fuma y para pasarla bien con los amigos necesita de unas cuantas cervezas o un par de Fernet.  No juzgo.  Es su vida, su elección, sus energías, su sendero. Conozco gente que come asado todos los fines de semana, mira religiosamente futbol de lunes a domingo y se junta con los amigos para hablar de todo lo que está mal.  ...