El Artista Pródigo

 Anoche vi una película sobre dos hermanos, la muerte de su padre y un viaje que busca unirlos y acercarlos a Dios.  El argumento y los diálogos hacen alusión a las parábolas del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano.  Como siempre sucede en ese tipo de películas, al hijo artista le toca el rol de hijo perdido; como si ser artista significara ir por el mal camino y estar alejado de Dios.




En mi familia siempre se consideró a los artistas como bohemios, perdidos, vagabundos, vagos y otros adjetivos poco felices.

Soy una artista: soy escritora, una dibujante dormida y una pintora que jamás pasó de un par de experimentos.  Siempre he valorado, celebrado, respetado y honrado a los artistas.  Sin embargo, mis reflexiones con la película de anoche continuaron cuando esta mañana las redes sociales me mostraron un vídeo de un artista callejero vestido solo con unas bermudas, descalzo y con rastas;  pintando con acrílicos usando solo sus manos, sus dedos y un trapo viejo.  Mi primera reacción fue de rechazo, estaba descalzo, sucio, desprolijo y seguramente vive en las calles.  Inmediatamente reconocí que no era mi propia reacción, sino un prejuicio adquirido desde la niñez y que de algún modo condiciona mi modo de sentirme siempre la oveja negra en la familia.




Cualquiera que observe en el 2022 la obra de Miguel Angel o Van Gogh; o escuche la música de Mozzart o Bach; o lea la obra de Shakespeare o Miguel de Cervantes; estará de acuerdo en que son creadores de obras únicas, magníficas y de una genialidad imposible de copiar.  Pero, seguramente, sus contemporáneos no los valoraban ni los alababan tanto. ¿Cuántos genios del arte terminaron sus días solos, enfermos y pobres?




Entonces, reflexiono contigo, ¿cómo es posible que culturalmente y religiosamente (al menos en el Cristianismo y el Catolicismo) se considere a los artistas como seres desviados del buen camino?

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra pródigo, tiene varios significados:

pródigo, ga

Del lat. prodĭgus.

1. adj. Dicho de una persona: Que desperdicia y consume su hacienda en gastos inútiles, sin medida ni razón. U. t. c. s.

2. adj. Que desprecia generosamente la vida u otra cosa estimable.

3. adj. Muy dadivoso.

4. adj. Que tiene o produce gran cantidad de algo. La naturaleza es más pródiga y fecunda que la imaginación humana.


O sea, que dependiendo el contexto y la interpretación de quien lee, la palabra puede tener una connotación negativa o positiva.

 

El sentido que usa la Biblia es de:

hijo, ja pródigo, ga

1. m. y f. hijo que regresa al hogar paterno, después de haberlo abandonado durante un tiempo, tratando de independizarse.


 Ahora bien, la Biblia es una de las grandes obras literarias de la historia, está llena de metáforas, alegorías y comparaciones que no siempre quieren decir lo que parece; por lo tanto la interpretación de las parábolas, dependerá en gran medida de la realidad, experiencia o sentimientos de quien lea la Palabra.

 Si no recuerdas la parábola del Hijo Pródigo, puedes leerla en este enlace.  Es importante leerla completa para comprender el mensaje profundo que está más relacionado con las riquezas del Espíritu y con el Padre del cielo, que con una verdadera situación terrestre y mundana.  Las Parábolas eran usadas por Jesús, tal como un maestro hace en la escuela con los cuentos, para enseñar algo profundo a sus discípulos y seguidores en un lenguaje fácil de comprender y con ejemplos de la vida real (en ese momento).

 En ninguna parte se hace mención a que la vida libertina y de excesos sea la vida de un artista.

 Por lo general, un artista suele trabajar mucho y ganar poco, casi no duerme en los períodos de inspiración creativa y lleva una vida alejada de lo mundano porque pocos entienden cómo funcionan sus procesos creativos y porque su musa inspiradora puede perderse en el ruido del afuera.

 



Volviendo a Miguel Angel, Van Gogh y otros genios del arte, la diferencia entre ellos y los posibles artistas que viven de monedas, en las calles o en las redes sociales, está en la perspectiva y en el cambio cultural que traen el paso del tiempo y la educación de las personas.

Probablemente, muchos de los artistas que ahora nos pueden parecer vagabundos o perdidos, puedan ser descubiertos y considerados como genios dentro de 50 o 100 años.

Un artista no está desconectado de la Divinidad, de Dios o como tú le llames.  Un artista se inspira mediante su conexión con la Creatividad Divina, con sus dones y con sus emociones.

 




La imagen que tú yo tenemos de Jesús o la Madre María no es real, es una imagen creada por algunos artistas, que plasmaron sobre un lienzo desde su percepción, su sensibilidad y su conexión con Dios. (No existía la fotografía en aquella época, los dibujos y pinturas fueron hechos en base a testimonios, a la lectura de la Biblia o a la inspiración divina.)  Lo que nosotros vemos y apreciamos es la visión de algún artista en su diálogo interno con Dios.

 


Del mismo modo, cuando escuchamos el Ave María o alguna otra obra musical, lo que estamos escuchando es la creación de un artista capaz de oir Ángeles y voces celestiales.


Entonces, el valor de un artista, lamentablemente, depende de quienes lo escuchan, lo observan o lo leen; eligiendo apreciarlo o ignorarlo; glorificarlo o denostarlo.

 

Retomando los sentimientos que produjo en mí el artista callejero en el vídeo de las redes sociales; una vez que comprendí que eran prejuicios adquiridos, me dediqué a mirar sus gestos: su rostro, su mirada, la forma en que movía todo su cuerpo para pintar un pequeño cuadro mostraban pasión, libertad y gozo, algo que pocos humanos pueden sentir en sus actividades laborales diarias.

 En una sociedad patriarcal y capitalista, un artista vulnerablemente sensible es una persona con un alma libre que no puede domesticarse ni moldear de acuerdo a las necesidades del sistema o de las redes de poder que manipulan a ‘la mayoría’.

 El sistema está diseñado para seres cuadrados, iguales, moldeables, manejables, sin libertades interiores ni almas conectadas con lo Divino.  Según la adaptación de la parábola moderna, el Hijo Pródigo debe abandonar su vida de artista, concurrir a la iglesia cada semana y encerrarse en una oficina para tener estabilidad económica. Ese hijo que ha regresado para cumplir con los mandatos familiares y sociales, se vuelve un ‘hijo bueno’, que a fuerza de ignorar sus emociones, de anular sus pasiones y olvidar sus dones, se llena de resentimiento contra quienes aún vuelan fuera de la jaula y no adoran a Dios entre cuatro paredes.

 

don1

Del lat. donum.

1. m. Dádiva, presente o regalo.

2. m. Gracia especial o habilidad para hacer algo. U. t. en sent. irón.

3. m. Rel. Bien natural o sobrenatural que tiene el cristiano, respecto a Dios, de quien lo recibe.


Un don (gift) es un regalo que Dios le da a un Alma para expresarla a través de su humanidad y bendecir a quienes compartan esa misma encarnación.

 Cualquier artista es un ser humano que ha recibido el don de plasmar o cuajar lo invisible y darle una forma, una voz, un sonido e incluso una vibración.  De algún modo, los artistas, están un poco más cerca de Dios, ya que pueden crear lo que no existe; pueden captar sonidos, siluetas, palabras, ideas y colores que aún no toman forma en el plano físico y moldearlos para que otras personas puedan apreciar lo creado.

 La sociedad, la masa inducida por el sistema y las redes de poder y consumo, elegirá aquello que tiene el sello de aprobación, las luces de neón y la promesa de ser reconocido como un miembro respetable de la comunidad a la que pertenece.  Es decir, expondrá en la sala de su casa un cuadro que pagó por miles de dólares, porque fue comprado en una galería famosa y tiene un marco de lujo y un vidrio esmerilado, aunque el papel dentro, sea apenas una réplica impresa con una impresora digital de máxima calidad.  Esa misma persona, pasará junto un artista que expone o pinta sus obras en la calle y lo mirará con desdén, ofreciéndole unas monedas para consolar su miseria.

 




Crecemos aprendiendo a juzgar, a decidir qué es correcto o incorrecto, quién hace bien y quién hace mal. 


 Dios no juzga, Dios ama.  Dios no quita, Dios da.  Dios nos ama así tal cual nos hizo; en el camino nos vamos torciendo intentando agradar a seres humanos que están insatisfechos con sus propias vidas.

 

Ser una artista, ser una escritora es una Bendición, es haber sido agraciada con un Don que Dios eligió para mí.  Soy una artista y una escritora pródiga y fecunda que puede transformar imágenes, sonidos, vibraciones y colores para crear una historia, un poema o un libro que te cambie la mirada.  Mi Puente con Dios no se fortalece en un encuentro social donde todos cotillean antes y después; mi Puente con Dios se fortalece en el diálogo diario, en el espacio que ocupa en mi corazón, en la forma que miro a las personas, en la forma en que pienso y siento y en la devoción con que dedico mis dones a Su Servicio.

 

Susannah Lorenzo / Tejedora de Puentes

Soledad Lorena / Tejedora de Palabras

Puentes – Enfoque Integral

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