Humanos que todo lo arruinan

Nos hemos convertido en espectadores, jueces, árbitros y verdugos; con el pensamiento, con la palabra, con actitudes, con indiferencia o con silencio.

¿Qué te hace pensar que eres mejor, más digno y merecedor de vivir en este planeta que la otra mitad de los seres humanos?




Nos puebla un enojo creciente y contagioso;  lo sembramos en redes sociales, en las charlas con familia y amigos y lo germinamos en nuestra mente.

Todo lo malo que sucede en este planeta es culpa de  grandes grupos de seres humanos (poco humanos, según muchos), inconscientes, desconsiderados, egoístas y desalmados.

  • Estamos enojados con quienes talan árboles y ese enojo recae sobre cada uno de los trabajadores (hacheros) que solo se preocupa por llevar el pan a su casa.

  • Estamos enojados con las empresas mineras y petroleras; me pregunto si eres consciente de que sin esas empresas no podrías usar tu celular, no tendrías un vehículo en qué viajar y la mayoría de las modernidades de que disfrutas no existirían.
  • Estamos enojados con quienes tienen hijos y los traen al mundo para sufrir y multiplicar las bocas hambrientas.
  • Estamos enojados con quienes no tratan a sus mascotas y animales como si fueran humanos y se niegan a dormir con ellos o tratarlos como hijos.
  • Estamos enojados con quienes llaman hijos a sus perros y gatos.
  • Estamos enojados con quienes tienen inclinaciones sexuales diferentes.
  • Estamos enojados con quienes piensan diferente.
  • Estamos enojados con quienes dicen aquello que no aprobamos.
  • Estamos enojados con quienes faenan animales y olvidamos que quizá es el único trabajo que saben hacer o tienen a su alcance.
  • Estamos enojados con quienes comen carne.  Ignoramos que si usamos una cámara de alta definición y velocidad, podemos capturar cómo una planta se contrae cuando es atacada o alguien intenta destruirla; entonces, no comeríamos ni una lechuga.
  • Estamos enojados con quienes adoran a Dios de una manera diferente.
  • Estamos enojados con quienes hablan de Dios y los Ángeles y no adoptan los nuevos términos como Universo, Fuente o Guías Espirituales.
  • Estamos enojados con quienes se quejan del verano y somos incapaces de comprender que muchos viven y trabajan sin aire acondicionado, vacaciones en la playa o una pileta en el jardín de su casa (porque ni siquiera tienen jardín).
  • Estamos enojados con quienes crearon y propagaron el virus de moda.
  • Estamos enojados con quienes se contagian por andar de fiesta en fiesta, de viaje en viaje.
  • Estamos enojados con quienes se vacunan y alimentan los bolsillos de las grandes corporaciones farmacéuticas, los laboratorios y todo lo que se creó económicamente a partir de un simple bichito.
  • Estamos enojados con quienes no se vacunan, porque por su culpa no podemos pasear tranquilos por nuestro planeta.
  • Estamos enojados con el gobierno de turno y con quienes los votaron.
  • Estamos enojados con quienes aman los animales y las plantas pero son indiferentes al sufrimiento humano.
  • Estamos enojados con quienes envían ayuda humanitaria a los niños de Siria o Somalia, pero hacen la vista gorda a los niños del vecindario que sobreviven cenando una taza de té con un pedazo de pan.
  • Estamos enojados con quienes usan a Dios como bandera, pero en sus corazones habita el odio y el resentimiento.
  • Estamos enojados con quienes rompen las reglas, pero también nos enojamos cuando las reglas no nos convienen.


Lo admito, en algún momento, todos caemos en la tentación de desear un país o un planeta perfecto, solo habitado con seres que piensan, sienten y actúan como nosotros.




Podrán detenerse todos los barcos pesqueros y los pescadores padecer el hambre y la necesidad junto con sus familias.

Podrán dejar de talar árboles y cerrar todas las fábricas de muebles, papeleras y ya no imprimir un solo libro.

Podrán clausurar las empresas mineras y petroleras y dejar el planeta sin combustible, tecnología o electrodomésticos.

Podría Dios, incluso, darte el gusto, y dividir el Planeta Tierra para que te sientas muy cómodo.

Sin embargo, nuestro Planeta, la Madre Tierra es un ser vivo, es energía pura; es una masa de agua, aire y tierra que se alimenta de la energía de sus habitantes y todos los seres vivos que caminan sobre su corteza o navegan sus océanos.




¿Te has puesto a pensar que los deshielos, los incendios forestales, las temperaturas extremas o los desastres naturales pueden ser la manifestación de tanto odio y enojo humano?

¿Crees que alcanza con amar el Planeta, los animales y las plantas?  ¿Acaso seguirás luchando contra tu misma especie?


La pandemia que comenzó en 2019 se convirtió en una tercera guerra mundial, disfrazada de crisis moderna.  Cada ser humano ha asumido su rol de soldado y se ha sumado a las batallas, atrincherados, a la defensiva, dispuestos a atacar, divisando enemigos en cada rostro y  en cada decisión controlada por hilos invisibles.




Ya lo han dicho astrólogos, maestros espirituales, coaches, machis y chamanes: es una crisis evolutiva en la que todos debemos aprender, transmutar, evolucionar, pero por sobre todo Amar desde la compasión y la empatía.  Es un tiempo para revelar todo lo oculto, para Ser lo que nuestra Alma vino a manifestar en esta existencia.  Es un punto de inflexión para dejar atrás todos los hábitos y patrones de conducta que no suman a nuestro bien mayor ni al bien mayor de la humanidad.

El Planeta Tierra necesita energía amorosa que sane, no solo los desequilibrios de la naturaleza, sino también las relaciones humanas.  Solo una red Amorosa de Luz entre los seres humanos puede generar el cambio necesario y crear una onda expansiva de energía liberadora.




Sí, es un buen cambio que muchos humanos hayan aprendido a respetar y amar a los animales y plantas como seres vivos, con alma y energía.  Pero si durante una ola de de calor (de más de 40ºC) te preocupa que los perros vagabundos no tengan agua y no eres capaz de mirar a tu alrededor para descubrir los seres humanos que sobreviven sin agua potable, entonces, aún germinas el enojo que nos enfrenta, nos divide y nos distancia como Almas encarnadas.

Es urgente.  Debemos aprender a Amar en pensamiento, palabra, acción y sentimiento, a cada ser humano de este planeta.  Cada quien está librando su propia batalla con miedos, frustraciones, traumas y carencias.  Lo han dicho todos los Maestros Espirituales, lo ha dicho Jesús y lo ha dicho el Buda: Amarte y Amar; ese es el único camino.

Susannah Lorenzo©

Amando sin trincheras




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