De virus, contagios y libertades


Suponemos que gran parte de la población sabe leer y escribir, sin embargo pocas personas leen realmente lo que están viendo en formato de texto y pocas personas son conscientes del alcance de sus palabras cuando escriben.

El acceso a la información parece ser libre, a través de internet y redes sociales: podemos visitar galerías de arte, visitar bibliotecas, hacer cursos virtuales y descargar más libros de los que tenemos tiempo de leer.  Pero, ¿somos libres de elegir qué leer?

Cuando aún no existía internet, los gobiernos y los grandes capitales manejaban el pensamiento popular a través de los diarios, los dibujos animados, los programas de televisión y los materiales de lectura distribuidos gratuitamente en las escuelas.  En época de guerras y hambruna, Popeye comía espinaca en latas para volverse fuerte y tener muchos músculos.  No era sólo una idea creativa del caricaturista, sino una estrategia de gobierno para que los niños consumieran verduras.
Es increíble la velocidad y la facilidad con que se comparte, se copia y se descarga información en las redes sociales.  Basta un título atractivo, una linda imagen y el usuario, la repite, copia y distribuye entre todos sus contactos; sin verificar la veracidad, la intencionalidad y el origen de la publicación y muchas veces sin leer completamente el texto o la ‘letra chica’, que viene después de la frase rimbombante.

Siempre hubo un dicho por aquí: ‘más peligroso que mono con pistola’, yo lo adaptaría y diría: ‘más peligroso que ignorante con redes sociales’.

¿Cuántas frases o citas hay dando vueltas en las redes de autoría dudosa?  Alguien que no lee, no estudia y no se instruye, poco puede saber quién era Churchill o si Putin realmente escribió tal o cual historia.  En el 2019 es mucho más fácil tener acceso a tecnología de última generación que a una formación académica;  sin embargo, esa misma tecnología podría darnos la posibilidad de aprender todo aquello que no sabemos, e investigar si aquello que compartimos tiene alguna validez.

No sólo parecemos estar en una era líquida donde ‘no hay tiempo’ para leer atenta y detenidamente un texto completo, sino que tratamos con demasiada liviandad el propósito de un mensaje.  Una palabra puede herir, alcanzar, destruir o dañar, pero también puede enfermar.

No es ninguna coincidencia que la palabra virus se use tanto para un microorganismo  que causa enfermedades, como para un programa informático que puede reproducirse y transmitirse sin que el usuario lo sepa y causar alteraciones en los programas instalados en su computadora.  Tampoco es casual que se le llame 'viral’ a un video o una publicación en las redes que se reproduce o se comparte infinita cantidad de veces en menos de una hora.


La publicidad subliminal, los medios manipulados y las comunicaciones digitadas infectan el pensamiento de las personas y los privan de su libertad cuando ‘convencen’ de qué compartir, de qué hablar y sobre qué discutir.

Creer que todo lo que dicen las noticias y se publica en internet es totalmente cierto es tan peligroso como creer que todas las personas que comparten publicaciones en redes sociales lo hacen de buena voluntad.

El cerebro humano es tan frágil, que la liviandad con la que transmitimos un mensaje, puede enfermar a muchas personas.  Basta multiplicar un artículo ‘periodístico’ que asegura que hay determinado virus en una ciudad, para que las personas inmediatamente se aprendan la lista de síntomas, el miedo se multiplique y la actitud mental de los ‘infectados’ por un simple mensaje, determine que comiencen a sufrir síntomas parecidos y actúen desde la paranoia.

Incluso las conversaciones entre amigos, las discusiones familiares y los distanciamientos por desacuerdos están regidos por publicaciones de moda en las redes sociales o en los medios de prensa.

Tomamos posturas, juzgamos, condenamos y nos involucramos en bandos que fueron determinados de antemano por organizaciones invisibles que digitan nuestra ideología y nuestras decisiones.

Conozco gente que elige alejarse de las redes sociales y salirse de internet como un símbolo de protesta contra el sistema, porque dicen no soportar las publicaciones morbosas, la negatividad y la agresividad de mucha gente.



Creo que la verdadera rebelión es estar  ‘presente’ en las redes, ‘leer’, tomarse el tiempo, prestar atención, sembrar luz y amor;  ‘vacunarse’ contra el virus de la ignorancia, las ‘infecciones de mala voluntad y agresividad’; aprender a distinguir la verdad de lo que no lo es; dejar de ‘seguir’ a quien no aporta nada positivo en nuestra vida y tomarnos el tiempo de leer ‘la letra chica’ o interpretar entre líneas.

Hay tanta gente allí afuera tratando de convencernos de algo, que perdemos de vista lo que realmente importa, lo que en verdad necesitamos; y dejamos de ejercer la libertad de discernir, pensar y sentir desde nuestra esencia original y única.

Susana Lorenzo
Sembrando, siempre sembrando, porque basta con una persona que despierte, para que ella despierte a otros.
Enero 2019 

Para tener en cuenta:

  • Nuestros pensamientos pueden enfermarnos o sanarnos.  Si decidimos creer que algo nos enferma, seguramente lo hará.
  • El pensamiento es energía y la energía se transmite y se manifiesta.  Así como muchas personas orando por un enfermo, pueden invocar a Dios y ayudar en su sanación; de la misma manera, los malos pensamientos multiplicados afectan el devenir de nuestras vidas y de quienes reciben nuestros pensamientos.
  • La intencionalidad del mensaje puede transformar una palabra en un misil, en un bálsamo, un puente o una daga.
  • El camino de bajada es siempre más rápido, el camino de ascenso a la montaña es siempre lento; saca tus conclusiones.
  • Los pensamientos negativos, las palabras dañinas y el silencio cómplice contribuyen a que aquello contra lo que luchamos, se vuelva más poderoso y se nutra de nuestras propias oscuridades.
  • La siembra silenciosa de palabras bonitas, publicaciones edificantes, reflexiones que inspiren y verdades pequeñas; puede parecer cursi, inútil o incluso insignificante ante la magnitud de todo aquello que ‘nos venden’.  Sin embargo, esa pequeña siembra, hecha desde el alma y con el corazón, puede contagiar a otros que aún están dormidos y necesitan despertar o quitarse las vendas de los ojos.
  • Lee, enseña a leer, comparte lecturas y descubre diferentes miradas, cristales y vendas invisibles.
  • La energía es una sola, tú decides qué clase de canal eres, qué disfraz vistes o que desnudez usas como bandera.
  • La verdad es una sola, cada quien la mira desde una perspectiva diferente, con vendas de diferentes grosores y a veces con lentes empañados.
  • Cuida el uso responsable de tus palabras, de tus silencios y de todo aquello que compartes en las redes sociales. 
  • No seamos una turba a merced de ejércitos invisibles ni una multitud de ovejas que no distinguen entre lobos y pastores.
  • En realidad, si leyéramos bastante, aprenderíamos mucho de los lobos y menos de las ovejas.
  • Estar presentes con todos nuestros sentidos, habitando cada momento, es la única manera de crear relaciones humanas más allá de una civilización de cemento, tecnología y acero.
  • La mayoría de los Diarios 'on line' no realizan trabajo periodístico, simplemente copian o editan notas que leyeron en internet.

Susana, divergente
Susannah, jardinera del universo



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