Sobre Independencias
Felipe Pigna |
Creo que el 4 de Julio y el 9 de Julio se parecen
bastante. Vengo pensando en eso, desde
el Bicentenario de la Revolución de Mayo, que se cumplió en 2010. Estamos ahora envueltos en el frenesí y la
oleada de banderas y luces celestes y blancas por doquier.
Reconozco que cuando niña y adolescente era apasionadamente
patriótica. Amaba desfilar en fechas
patrias, escribir glosas para los actos o adornar con mis dibujos las pizarras
de la escuela.
Será que con los años, me he vuelto una mujer cósmica. Será que una aprende a leer la historia de
otra manera. Será que una se vuelve más
compasiva y empática y lee tantos libros que llega a imaginar cada momento,
cada situación y cada masacre de aquellos años.
Si en algo Argentina se parece a USA, es que vivimos
renegando de nuestros colonizadores, pero nos volvimos independientes a costa
de masacrar los pueblos originarios. No
sólo nos conformamos con diezmar sus pueblos, sino con ignorar, olvidar y
borrar cultura, historia, sabiduría, costumbres, arte y valores. Sin embargo, adoptamos gustosos los deportes, costumbres y modas de nuestros antiguos colonizadores. Para ambos países, los pueblos originarios
pasaron a ser un grupo de seres salvajes, confinados en una reserva, sin mucho
apoyo del gobierno y sin la capacidad de integrarse a la sociedad ‘civilizada y
moderna’ y sobre todo sin la posibilidad de difundir lo poco que queda de sus
raíces. Se vuelven una postal de
artesanías baratas para los turistas curiosos, y un estandarte maquillado de la
defensa de los derechos humanos.
“Los
teóricos de la modernización del país proponían poblar el "desierto"
que se suponía deshabitado. No eran numerosos los habitantes, pero había
pobladores previos a esta postulación. Estos habitantes eran los
indígenas. Un testigo de la época, el Ingeniero Trevelot, opinaba: “Los
indígenas han probado ser susceptibles de docilidad y disciplina. En lugar de
masacrarlos para castigarlos sería mejor aprovechar esta cualidad actualmente
enojosa. Se llegará a ello sin dificultades cuando se haga desaparecer ese ser
moral que se llama tribu. Es un haz bien ligado y poco manejable. Rompiendo
violentamente los lazos que estrechan los miembros unos con otros, separándolos
de sus jefes, sólo se tendrá que tratar con individuos aislados, disgregados,
sobre los cuales se podrá concretar la acción. Se sigue después de una razzia
como la que nos ocupa, una costumbre cruel: los niños de corta edad, si los
padres han desaparecido, se entregan a diestra y siniestra. Las familias
distinguidas de Buenos Aires buscan celosamente estos jóvenes esclavos para
llamar las cosas por su nombre".”
Felipe
Pigna
La independencia de Argentina se declaró el 9 de Julio de
1816. Muchos de los que promovieron el
Congreso de Tucumán eran hijos de españoles, o habían estudiado en España o
habían sido parte del ejército español (como el mismísimo Gral. De San
Martín). Cuando ya éramos una Nación
libre, la Conquista del Desierto y la guerra contra el ‘Indio’, se volvió una
obsesión; pasando por Rosas, Avellaneda y Roca.
“El
éxito obtenido en la llamada “conquista del desierto” prestigió frente a la
clase dirigente la figura de Roca y lo llevó a la presidencia de la república.
Para el Estado nacional, significó la apropiación de millones de hectáreas.
Estas tierras fiscales que, según se había establecido en la Ley de
Inmigración, serían destinadas al establecimiento de colonos y pequeños
propietarios llegados de Europa, fueron distribuidas entre una minoría de
familias vinculadas al poder, que pagaron por ellas sumas irrisorias.”
Felipe Pigna
Me pregunto qué hubiera sido de Argentina, si los españoles
no hubieran ‘civilizado’ y ‘evangelizado’ a los pueblos originarios. ¿De qué color sería nuestra bandera? ¿Cuáles serían nuestras costumbres? ¿Qué habría sido de América si España o Gran
Bretaña no nos hubieran hecho el ‘favor’
de colonizarnos?
No puedo dejar de
pensar que había familias, niños, personas habilidosas, artistas, chamanes,
curanderas, músicos, agricultores y gente que se volvió violenta cuando quiso
defender su tierra y su gente. Veneraban
otros dioses, practicaban otros ritos, pero eran seres humanos con alma y
corazón.
Roca
había dicho: "Sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez
y para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que formarse, como las
pirámides de Egipto, y el poder de los imperios, a costa de sangre y el sudor
de muchas generaciones"
Felipe Pigna
Hay una tendencia moderna, en los últimos años, a buscar las
raíces, a valorar lo natural, a difundir la fitoterapia y los tratamientos
holísticos. Usamos música ‘etnica’ de
otras culturas, y otros países, para meditar, danzar o explorar nuestra
conciencia cósmica.
En occidente, cuando hablamos de música étnica o de raíz, dirigimos nuestras miradas a lugares alejados de nuestra cultura, a lugares exóticos, a la música relacionada con ciertos ritos. El concepto de música étnica aparece por primera vez en 1950 con el musicólogo holandés Jaap Kunst, que denominó ethno-musicology a la hasta entonces conocida música comparativa o musicología de los pueblos exóticos, que recogía las músicas no occidentales para su estudio comparativo. Hoy por hoy en occidente, seguimos asociando éste género con lo que va mas allá de nuestras fronteras, cuando abarca un terreno más amplio, es decir, que incluye también nuestra cultura.A pesar de la variedad de definiciones que se le han dado a este género a través de los años, todas vienen a decir lo mismo variando en aspectos no esenciales. La música étnica es la relativa o perteneciente a un grupo cultural, que resulta de los valores, actitudes y creencias de sus integrantes, y que reconocemos también como música primitiva, tradicional, folklórica y de raíz, incluyendo la música europea que haya conservado los vestigios de una práctica musical arcaica.
La mezcla resultante de razas (criollos), no resultó muy
productiva para el país; muchos ‘gauchos’
(mestizos) fueron perseguidos y de repente no había más identidad que la taba,
la pulpería, la ginebra y los facones.
Fue gracias a millones de inmigrantes (europeos que escapaban de la
primera guerra mundial) que Argentina creció, y se volvió productiva en zonas
que antes eran desiertos.
Hay zonas
pujantes de inmigrantes (o descendientes de ellos) polacos y ucranianos en
Misiones, alemanes en Córdoba y en la Patagonia, Británicos en la Patagonia,
Italianos en Mendoza, Españoles en San Juan.
En 2016 en el Bicentenario de la Revolución de la Independencia, miramos
con desdén a Tobas, Wichis, Mapuches, Huarpes, Coyas y cualquier persona que tenga
rasgos aborígenes.
Muy pocas escuelas han incluido lenguas originarias en su espacio
curricular, la historia está siempre impregnada de los intereses del gobierno
(la que se imparte en los manuales). Los
Diccionarios de lenguas originarias no son accesibles ni de uso común en las
escuelas y/o universidades.
Me gustaría un país que tenga el valor de descubrir su
identidad ‘no europea’.
Me gustaría un
sistema escolar que incluyera en forma obligatoria una lengua originaria, así
como lo hace con una lengua extranjera.
Me gustaría que se destinaran presupuestos para investigar y difundir
las diferentes culturas de cada región, que se enseñaran sus artes y que se
hicieran sistemas de intercambio entre regiones.
Mientras tanto, tengo esta amarga sensación de una deuda
histórica inmensa que nadie quiere pagar, y que todos ignoran. Mientras tanto, prefiero soñar con más gente
que mire para adentro en vez de copiar lo de afuera. Mientras tanto, quiero que nuestros países
vecinos sean algo más que un lugar barato o de moda para vacacionar.
Imagino que cargo mi camioneta
con equipaje para unos cuantos meses y salgo a visitar pueblos perdidos de
nuestra Argentina. Llevo mi grabadora,
mis libros de notas, mi cámara de fotos y muchas ganas de escribir sobre lo que
no se ve.
Susie
Susannah Lorenzo©
8 de julio de 2016
Excelente!!!
ResponderEliminarGracias. :-)
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