Sobre desapariciones, Evas y chorlitos


Las redes sociales y los medios de comunicación son la herramienta que las ONGs  y las familias usan para rápidamente difundir la imagen de jóvenes o mujeres adultas desaparecidas.  Los primeros comentarios a tales publicaciones, suelen ser bastante agresivos.  Culpan a los padres por haberlas dejado hacer lo que querían.  Culpan a las jóvenes por salir de mochileras y visitar lugares de Latinoamérica que todos quisiéramos visitar.

Es que Eva, tuvo la culpa de todo, al principio de todos los tiempos.  Según la historia y los relatos religiosos, Eva era tan malvada,  que con su seducción y sus súper poderes femeninos, convenció a Adán de comerse una manzana que no debía.  A que sí, a que Adan era un pobre chorlito que no podía pensar más que con la neurona que le colgaba del chizo.

A ver, chicas, que todo lo malo que nos pasa es por nuestra culpa. Pues eso dicen por ahí.

Si hasta nosotras, cuando insultamos a algún mal nacido que nos arruina la vida, lo tratamos de hijo d p… o lo mandamos a la madre que lo parió.  Pobre madre, que no siempre todas tienen la culpa de lo que sus hijos eligen hacer.

Si te golpea tu marido, la policía y hasta tu familia puede decirte: “algo habrás hecho para que reaccione así”.
Si un jefe o un cliente te acosan en tu trabajo y tú lo pones a raya o lo expones, él aduce que tú has sido muy simpática, que le has convidado una taza de té y que siempre hablas muy bonito y te vistes muy sensual.

Si te subes a una camioneta 4x4 con tus hijos, una amiga y el hijo de una amiga; cuando llegas a zona de alta montaña y te para un control de Gendarmería, es probable que te increpen porque vas sin marido.  Tú, lo único que quieres saber es el estado de la ruta, para seguir adelante, y el Gendarme insiste, que es un error haber viajado sin un hombre acompañante.

Si viajas en la noche por rutas solitarias, en una camioneta cargada de herramientas y bultos para un campamento; puede que un policía te pare en un control de rutina, y te pregunte dónde está la otra camioneta con los empleados varones de la empresa.  Ante la respuesta de que viajas sola, el solidario policía, te indica que un agente (policía masculino en servicio), viajará contigo hasta el próximo puesto de control.  Y tú, que no tienes un pelo de tonta, revisas la navaja que dejaste a mano, cierras la ventanilla, chequeas que todas las puertas estén aseguradas, le haces un gesto de agradecimiento y arrancas sin mirar atrás.

Si quieres salir de vacaciones tú solita, te encuentras con que en el mercado turístico sólo hay paquetes, actividades y alojamiento en base doble.  Así que terminas pagando por dos aunque viajes tú sola.  Y cuando llegas a destino, es probable que te miren como bicho raro si participas de actividades grupales o te sientas a disfrutar una comida en un restaurant.  (En ese caso, el mozo te hará esperar y cuando le haces una seña, se disculpará pensando que esperabas a alguien y por eso no te había acercado siquiera el menú (carta)).  Tendrás que estar atenta porque siempre hay delincuentes al acecho de mujeres solas que son presa fácil para el robo—y otras cosas si eres linda y joven.

Si un hombre es infiel, la culpa es de la amante que lo sedujo y se encargó de destruir una familia perfectamente fundada en el amor y la confianza.  (Lo peor es que son las mismas mujeres, las que culpan a otras mujeres.)

Si has criado sola a tus hijos (sin aporte del padre biológico), y decides mudarte a otro país para mejorar la situación económica de tu familia, te sorprenderá que una Jueza de familia te niegue el permiso, porque lo ‘sensato’, sería haberte conseguido un nuevo marido para salir del país.

Si estás sola y enferma, y tu situación económica va de mal en peor, seguro que tu círculo de amigos y familiares pueden decirte algo como: “es que si te hubieras buscado un marido, tu vida sería más fácil.”

No todas tenemos la suerte de tener un buen compañero y algunas, preferimos estar sola que mal acompañadas.  Después de todo, salvo mi padre, ningún hombre me ha hecho la vida ni más fácil, ni más linda.  No voy a vender mis noches, por una casa, comida y un auto en la puerta.

Volviendo a las desapariciones, acosos, femicidios y violencia doméstica…  ¡Ay qué estrés!  Tenemos que pensar y analizar con detenimiento la ropa que usaremos, el maquillaje, los gestos, el lenguaje corporal, el perfume, la forma de sentarnos y hasta las palabras que usaremos, para no correr el riesgo de que el sujeto frente a nosotros, nos culpe de seducirlo y obligarlo a acosarnos.

Los hombres lideran carteles, gobiernos, iglesias, sistemas educativos, cárceles, policía, gendarmería, redes de trata y mucho más.  Comercian con drogas, órganos, vientres, bebés, niños y mujeres.  Manejan las finanzas de países y continentes.  Ahhh claro, para eso si son inteligentes, saben discernir y no se dejan manipular.

Mientras tanto las mujeres sacan adelante a sus familias, crean redes de apoyo, salvan barrios y capillas, crean comedores comunitarios y roperos solidarios, cuidando su profesión y su trabajo con uñas y dientes y ayudan a la vecina que la está pasando mal.

Es el año 2016, no lo parece.  Culturalmente y después de tantos movimientos y rebeliones, después de tantas campañas publicitarias en contra de todo esto; estamos peor.

¿Qué pasaría si un grupo de mujeres atacan a un guapo por la calle, porque va bien vestido y perfumado y está muy majo? (Eso  sí, un grupo de mujeres bastante feas, gordas y viejas, para que no le guste.)

¿Qué pasaría si las mujeres comenzáramos a respetarnos y solidarizarnos entre nosotras?  Hay una comedia muy buena donde la esposa y las amantes de un marido infiel deciden hacerle la vida imposible y terminan siendo amigas.

¿Qué pasaría si cambiáramos nuestra forma de hablar y de insultar y los llamáramos ‘capullo’, ‘cabrón’, ‘mal nacido’, o ‘asshole’, como se dice en inglés?  Así dejaríamos de culpar a otras mujeres por lo que hacen sus hijos.

¿Qué pasaría si cada madre le diera una buena paliza a su hijo (sin importar la edad), cada vez que le hace daño a alguna mujer o le falta el respeto?

¿Qué pasaría si cada madre le enseñara a sus hijas (con el ejemplo), que el verdadero amor no se compra ni se vende, que ninguna mujer merece ser abusada, agredida, usada o comprada para vivir una vida digna?

He leído por ahí que la clave de todo es el amor, la educación en el amor, la compasión y la capacidad de iluminar la vida de otras personas.

Cada mujer, cada maga, cada curandera, cada madre, cada maestra, cada tía, cada madrina y cada abuela, tienen el deber de sembrar la semilla del amor, la compasión y el respeto en el corazón de hijos, sobrinos, ahijados, alumnos y nietos y  a su vez, inculcar en niñas y jóvenes mujeres el  respeto y el amor por sí mismas.  Sólo así, lograremos cambiar esta selva en donde ya no se puede ni salir a pasear.

Si seguimos dependiendo de la razón, terminaremos, como antes, encerradas en la oscuridad de las casas, con un pañuelo en la cabeza y un batón de tela gastada, como sirvientas de hombres que siguen manejando el mundo y nuestras vidas.

Susana Lorenzo ©
Febrero 2016 

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