El tiempo que nos resta
Hoy recibí la noticia de que murió una persona a la que le tenía mucho cariño en la vecina provincia de San Juan. Aunque me había sentido rara todo el día, me sorprendió que fuera justamente él. No lo hubiera imaginado. Cuando me contaron sobre cómo había fallecido, mi corazón tuvo millones de preguntas: ¿cómo había llegado a esa instancia? Lo había conocido cuando era pequeño, siempre protector de su hermana, golpeado por la vida, las carencias afectivas y económicas. Luego, lo volví a ver, ya un hombre adulto, cuando me mudé a San Juan. Siempre me trató amorosamente como si yo fuera familia, aunque técnicamente ya no lo éramos y biológicamente nunca lo habíamos sido. Me había desconectado de él en las redes sociales cuando me mudé a San Luis hace un año, así es que nada sabía de su vida en este último año. Cuando visité su perfil y pasé más allá de los saludos y condolencias, me encontré con la triste postal del calvario que le habí...