El Emporio de la Fe
“La religión del futuro será
cósmica. Una religión basada en la
experiencia y que rehúya los dogmatismos.
Si hay una religión que colme las necesidades de la ciencia, esa sería
el budismo.
Mi religión consiste en una humilde
admiración del ilimitado espíritu superior, que se revela en los pequeño
detalles que somos capaces de percibir con nuestra débil y enclenque mente.”
Albert Einstein
Una de las experiencias que seguramente vivimos todos los
desempleados, es una crisis de fe. Es
decir, hay un momento en el que perdemos toda esperanza, en el que sentimos que
estamos en un callejón sin salida. Sobre
todo, porque hemos confiando en Dios, porque hemos actuado de buena fe, porque
hemos sido honestos y decentes y nos agobia el éxito de quienes desde la
oscuridad, la manipulación, la discriminación o el perjuicio ajeno, logran momentáneamente
dejarnos fuera de combate.
Pedimos ayuda a quienes conocemos, buscamos apoyo, anhelamos
encontrar amigos que nos acompañen aunque sea en la plegaria, en el silencio de
rezar juntos (no importa cómo), para que se haga justicia. Entonces aparecen por doquier, como
mercaderes, como vendedores a la puerta de mercados baratos, ofreciendo cada
uno su receta para la salvación, su decreto para poder superar el oscuro
momento que nos abate.
Están los fariseos (*) que no faltan a misa y que
tras confesar sus faltas cada domingo, viven una vida semanal que lejos se
encuentra de la caridad, la compasión y el respeto por el otro. Están quienes te invitan a reuniones
diferentes a intentan convencerte sobre tus creencias equivocadas y juran que
tu solución es cambiar de “iglesia” o de culto.
No faltan quienes te amonestan por tu forma de vestir o por los amigos
que frecuentas, porque sólo se puede compartir con aquellos que profesan la
misma forma de adorar a Dios. Otros dicen
que hay que cantar, otros dicen que hay que bailar, algunos dicen que hay que
descreer de la Virgen, los Santos y los Ángeles, otros dicen que la solución es
rezar un rosario a la Virgen cada día.
Todos coinciden en su fanatismo y en su convicción de que
sólo su “iglesia” te salvará, de que el problema fundamental de la falta de
prosperidad y de trabajo es “estar lejos de Dios”. Todos están convencidos de que el resto de
las iglesias y cultos son sólo un conjunto de pecadores, miembros de alguna
secta pagana que nada sabe de Dios. Cada
uno compite para demostrar que sabe más de Dios, de su palabra, de las
escrituras y de las formas de adorarlo.
Nunca estuve lejos de Dios, no podría, porque vive en mi
corazón desde que tengo recuerdos. Es él
quien siempre me mantuvo a flote aún en momentos como éste en que la solución
no parece llegar hasta el minuto final.
Sin embargo, respeto y admiro a Buda, a Cristo, a los judíos, a los cristianos,
a los que cultivan la filosofía Zen.
Creo que cada persona tiene el derecho de elegir cómo acercarse a Dios y
cómo vivir su vida espiritual. Nos falta
aprender a respetar las diferencias, a entender que lo diferente no es malo,
simplemente es otra manera de ver las cosas.
Mi alma no está en venta, mi fe no se negocia, mis creencias
son un aprendizaje de vida, de tomar lo mejor de cada enseñanza y de cada
religión, porque Dios es uno solo. Hago lo
que siento desde mi corazón y no debo ni tengo porque demostrar a ningún ser
humano cuánto amo a Dios ni tengo que convencerlos de qué Él vive en mí, pues
ya lo sabe.
“Examiné la cruz de los cristianos
primitivos; Él no estaba en la cruz. Fui
al templo hindú, a la pagoda antigua; en ninguno encontré el menor signo. Subí hasta las cumbres sagradas, miré a mi
alrededor. Él no estaba en las cumbres
ni en el valle. Fui a la Kaaba (*),
tampoco estaba allí. Pregunté su
paradero y estaba más allá de los límites del filósofo Avicena. Miré en mi propio corazón, y allí lo vi.”
Avicena
(*)
Fariseo: Persona que es hipócrita y finge una moral, sentimientos o
creencias religiosas que no tiene.
(*)
Kaaba: Principal santuario del Islam en el centro de la mezquita de La
Meca. Es un pequeño edificio cúbico de
piedra gris, recubierto de cortinajes negros bordados en oro y plata e interior
vacío. En el muro oriental externo, se
halla la Piedra Negra, que besan los peregrinos.
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